La culpa no la tiene el fútbol
El fútbol es el deporte más popular del mundo. Eso no es por gusto, es un deporte simple donde sólo necesitas una pelota, dos arcos y de dos a veintidós personas para jugarlo. Combina la fuerza, la velocidad con la habilidad y la imaginación. No sólo es el deporte más jugado sino el deporte más visto en el planeta y hoy se pueden ver partidos de todo el mundo gracias a la magia de la televisión y el cable.
Ir al estadio es algo incomparable para muchos hinchas de fútbol. Esa sensación de entrar por el túnel, de ver las tribunas llenas es espectacular. Ver el partido en el estadio no sólo te de la vivencia y la emoción de vivirlo más, sino también de apreciar la totalidad de la cancha y el movimiento de los jugadores, con pelota y sin la pelota. La culpa de la desgracia de Walter no la tiene el fútbol.
La responsabilidad recae sobre muchos. En primer lugar, en las autoridades a todo nivel. Empecemos por la desgracia de la organización del fútbol peruano y sus directivos. Dirigencias informales que no le pagan a los jugadores y que no pueden mantener instalaciones deportivas seguras y organizar un espectáculo con garantías mínimas. Muchos de los dirigentes de clubes no están inscritos en Registros Públicos por irregularidades y manejan sus clubes con empresas paralelas o con sus cuentas personales. Los mayores infractores son Alianza y la U, que son quienes más les deben a la SUNAT y a sus municipalidades. Todo esto, a vista y paciencia de la Federación Peruana de Fútbol (apañada por la FIFA), que se hace de la vista gorda para obtener más votos y seguir en el poder. En mi opinión, el campeonato se debería suspender para enfriar los ánimos (porque el espíritu de venganza está latente y ambos bandos pueden crear violencia en las calles o en los partidos muy pronto). En paralelo, la Policía debería estar clara con respecto a las medidas que debe tomar.
En segundo lugar las autoridades municipales y de Defensa Civil que multan y cierran locales por no tener señales de salida, pero que dan permiso a que se realicen espectáculos en locales sin licencia y sin preocuparse que la seguridad esté garantizada. La reacción de cerrar el Monumental es tardía y ningún consuelo para Walter. Los estadios sin medidas de seguridad no deben ser autorizados a funcionar. No importa de quien sean o dónde estén.
Evidentemente en este caos nadie quiere asumir la responsabilidad en el caso de Walter. Los dirigentes de la U dicen que los palcos son propiedad privada. La Asociación de Propietarios de los Palcos dicen que cada palco es privado. Es decir, según ambos cada dueño de palco tiene que contratar su propia seguridad. ¡Por favor! La Policía dice que no puede entrar a la zona de palcos porque es privada. Basta una ordenanza del Ministerio del Interior o una Ley diciendo que no se habilitan los palcos hasta que la policía pueda entrar y se acaba el problema. También debe ser obligación de la Asociación de Palcos contratar seguridad privada, no sólo a la entrada, sino también en los pasillos para detectar posibles peligros antes que sucedan y actuar junto con la Policía Nacional, que fuera de los estadios ha aprendido ser muy efectiva manejando las barras a la entrada y a la salida. Es evidente que los palcos en el Monumental y en todos los estadios con Palco necesitan la misma seguridad.
Eso en el corto plazo. En el largo plazo, se necesita un trabajo de inteligencia donde la Policía, junto con las dirigencias serias de estos clubes (no los corruptos e ineptos de ahora) impidan el acceso a las tribunas y palcos de gente con antecedentes y que detecten los potenciales focos de violencia antes que suceda la tragedia del sábado. Eso es un trabajo de largo plazo y si mientras tanto se tenga que tener menos gente en la tribuna, que así sea. Los asesinos y criminales no pertenecen al estadio ni a las calles, deben ir a la cárcel. (Como nota aparte, el mismo día que mataron a Walter, balearon a dos menores en una discoteca de Ascope, como pasa en salsódromo y nadie dice va a dejar de ir a discotecas o prohibir que sus hijos vayan a bailar).
Finalmente, me quiero referir a NOSOTROS, los hinchas. Esta escalada de violencia se debe en gran parte a los hinchas, que hemos decidido ver esto como una guerra y no como un juego. Obviamente que esto tiene varios grados, desde la broma en la oficina hasta el asesinato en las calles o en los estadios, pasando por los insultos en la tribuna siempre escondido entre la masa o la bronca menor.
Yo también me siento responsable y no quiero dejar de ser hincha de ese deporte tan lindo. Quiero empezar con mi granito de arena. A partir de ahora, le haré barra a mi equipo o equipos favoritos. Los apoyaré desde mi casa o desde el estadio. Me comprometo a no referirme a ningún equipo rival de manera despectiva o insultar a hinchas o jugadores de otros equipos. Por algún lado tenemos que empezar.