El 17 de octubre del 2013 luego que se acabaran las eliminatorias para Brasil 2014 escribí un post, que acá vuelvo a compartir, prediciendo que no nos íbamos a clasificar a Rusia. Sigo pensando exactamente lo mismo porque las condiciones no han cambiado de manera significativa como para cambiar de opinión.
Ya no está Burga, al cual muchos culpaban de todos los males de nuestro fútbol. Ha sido reemplazado por un oscuro empresario cusqueño con negocios azucareros en el norte que estaba dispuesto a ser vicepresidente de Federico Cúneo antes que Lozano, uno de los hombres de confianza de Burga lo convenza que sea Presidente para él manejar las cosas detrás de bambalinas. A nivel de la Federación han contratado a Oblitas como Gerente Deportivo, que es un avance, pero muestra las serias limitaciones del proyecto. Para reformar el fútbol peruano necesitabas unirte con el sector privado para traer a expertos que te ayuden no solo a un trabajo a largo plazo en selecciones, sino que instruyan y capaciten a técnicos de menores de los clubes profesionales. Contratar a Daniel Ahmed para un proyecto de siete años, esperando que haga milagros para clasificar a Qatar puede ser un pequeño avance pero no cambia nada con respecto a la realidad del fútbol peruano. Se necesita mejores prácticas de Europa, Alemania, España, Portugal y Holanda (su eliminación de la final de la Eurocopa hoy es por otras razones) tienen expertos en el tema que deberían ser contratados para ese propósito.
Con respecto al técnico actual ha habido una mejora sustancial con un enfoque más moderno que ha analizado de manera realista la calidad de sus jugadores sacando lo mejor de cada uno. Perú por momentos muestra un equipo compacto que puede pelear partidos como lo hizo en la Copa América. Esta vez llegamos al tercer puesto con mejor juego que hace cuatro años, ofreciendo buenos momentos de fútbol. Acá avanzamos, pero lo más probable es que no sea suficiente porque la calidad de nuestros jugadores es muy limitada con respecto a nuestros rivales.
Chile, Argentina, Colombia y Brasil tienen a todos o casi todos sus titulares jugando en equipos de primera de ligas de primera, la mayoría titulares o suplentes con apariciones frecuentes. En Perú no solo no hemos mejorado, sino que son cada vez menos. No hay nadie ni en la Premier League, ni en la Serie A. Zambrano es el único titular en la Bundesliga, Ascues no aparece ni de suplente y Pizarro no recupera su mejor forma en el Werder Bremen después de una para larga. Farfán se fue merecidamente a ganar petrodólares en sus últimos años de carrera y Vargas juega para un equipo chico en España. Luego de eso tenemos a los de Portugal y Yordy en Austria y paramos de contar. Ninguno de los más jóvenes se ha destacado y no se vislumbra nuevas ventas espectaculares al extranjero. Basta mirar a nuestro deprimido campeonato y es complicado encontrar jugadores exportables a mercados de primera en el corto plazo.
Es decir, hemos avanzado un poquito pero nuestros fundamentos siguen ahí y revisando lo que escribí el 17/10/2014 veo que no ha cambiado mucho, por lo que nuestras esperanzas no deberían ser tan altas. Dicho eso tengo que confesarles que en un par de horas me dirijo al Estadio Nacional listo a alentar a Perú contra Chile junto con mi padre y con mi hermano, lo cual de por si ya es una experiencia. No creo en la clasificación, pero si que vamos a jugar bien y ganar algunos partidos (por lo menos más que la Eliminatoria pasada) y espero que hoy sea uno de esos triunfos. Como hincha de la selección no queda más que vivirlo de partido a partido. Hacer cálculos no debe ser lo nuestro, por lo menos mientras no cambie todo lo que tiene que cambiar. Lamentablemente nuestro fútbol se parece más a nuestras instituciones políticas y menos a algunas empresas privadas u organizaciones que han sabido destacar globalmente por su competitividad y mejores prácticas.
martes, 13 de octubre de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
"Sobre la caída del sol, las hijas y la paternidad en distintas etapas"
Caída del sol
A comienzos del verano compartí uno de esos momentos de los que te vas a acordar toda tu vida. Estaba con mi padre en la playa y el sol empezó a ocultarse mientras estábamos conversando en la terraza. Fue una puesta de sol maravillosa porque no había nubes para ocultar el momento preciso en que esto ocurría. Mientras la naturaleza nos daba ese regalo de manera natural me eché en los brazos de mi papá como lo hacía desde que era niño. Esos brazos fuertes y cariñosos que me han sostenido en los momentos más complicados de mi vida y han celebrado conmigo en los momentos más alegres. Esos brazos que hasta hoy me hacen sentir más seguro. Unos minutos después una de mis hijas hizo lo mismo y se echó sobre mi y los tres mirábamos la escena conversando tranquilamente. Mis otras dos hijas rondaban por ahi y mi padre tuvo palabras de elogio con respecto a mi como padre que me emocionaron mucho.

Hijas, mujeres todas
Nunca me imaginé que todas mis hijas iban a ser mujeres. Siempre imaginé que iba a haber por lo menos uno que fuera mi compañero, al cual iba a llevar a sus partidos de fútbol y que me iba a acompañar al estadio y al frente de mi televisor mientras yo devoraba miles de partidos. Lo que es cierto es que cuando recibí la noticia del sexo de cada una de mis hijas siempre se me dibujó una sonrisa en la cara. Al final me ha tocado ballet, marinera y estoy seguro que alguna deportista iré a apoyar en algún momento y en una de esas alguna de ellas será la compañera futbolística que imaginé. En lo que si estoy empecinado es en criar mujeres fuertes. En un mundo donde los hombres lamentablemente dominamos la escena y donde hay mucho abuso físico y psicológico hacia las mujeres es crucial que ellas sepan cual es su lugar y como luchar por lo que les corresponde, además de poder defenderse porque Papá lamentablemente no va a estar ahi toda la vida. Por eso, más que mis princesas son mis campeonas e insisto con ellas que no hay nada que los hombres hagan que ellas no puedan lograr también. Eso sí, cuando vienen las tres corriendo a darme besos y abrazos en la puerta al llegar a mi casa agradezco que las tres sean mujeres, aunque después no entienda bien sus discusiones.
Etapas distintas
Por circunstancias de la vida hoy tengo tres hijas en etapas completamente diferentes. Cada una necesita, por lo tanto, espacios y atención distintas. Cada una de las vivencias es realmente genial y fascinante. Tengo que decir que las tres me encantan y poder vivirlas al mismo tiempo me llena de energía y felicidad aunque requiere de un alto grado de paciencia.
Antonia (1) no solo camina, sino corre cada vez más rápido, cada vez con mayor seguridad y alegría descubriendo su nueva independencia y lo que puede lograr con ello. Desde el verano ha aprendido a hablar y si al comienzo eran palabras sueltas hoy logra decir tres palabras juntas y bien conjugadas, lo cual me parece una proceso maravilloso de observar. Ivana (6) mientras tanto está aprendiendo a leer y escribir, reconociendo en este nuevo código las posibilidades de aprender para alimentar su inmensa curiosidad intelectual. Ya ha iniciado incluso un blog para cuidar el planeta y eso nos ha dado una actividad para compartir tiempo y aficiones comunes que alimentan nuestra relación. Alejandra (13) está aprendiendo acerca de de las relaciones humanas y lo que significa ser adulto, además de temas académicos cada vez más complejos. Tiene un aire creativo que ocasiona que aprenda mucho produciendo presentaciones y descubriendo las cosas por si misma, que leyendo el libro de texto. A ella le encanta contarme sobre sus temas, sus conversaciones y las complejas relaciones adolescentes que suceden en el colegio.
Acompañarlas en ese proceso de aprendizaje y crecimiento es fascinante. No creo que uno tenga la capacidad de enseñar mucho, pero si de guiar el aprendizaje, acompañar cuando surgen dudas y sobre todo ayudar con instrumentos para que ellas puedan ir encontrando las respuestas solas. No hay nada más emocionante que ver a una niña o joven asombrarse y alegrarse cuando se da cuenta que ha aprendido algo nuevo y cuando puede hacer cosas por si misma. Esa es la mayor de las recompensas, esa y los besos y abrazos, por supuesto.
A comienzos del verano compartí uno de esos momentos de los que te vas a acordar toda tu vida. Estaba con mi padre en la playa y el sol empezó a ocultarse mientras estábamos conversando en la terraza. Fue una puesta de sol maravillosa porque no había nubes para ocultar el momento preciso en que esto ocurría. Mientras la naturaleza nos daba ese regalo de manera natural me eché en los brazos de mi papá como lo hacía desde que era niño. Esos brazos fuertes y cariñosos que me han sostenido en los momentos más complicados de mi vida y han celebrado conmigo en los momentos más alegres. Esos brazos que hasta hoy me hacen sentir más seguro. Unos minutos después una de mis hijas hizo lo mismo y se echó sobre mi y los tres mirábamos la escena conversando tranquilamente. Mis otras dos hijas rondaban por ahi y mi padre tuvo palabras de elogio con respecto a mi como padre que me emocionaron mucho.
Hijas, mujeres todas
Nunca me imaginé que todas mis hijas iban a ser mujeres. Siempre imaginé que iba a haber por lo menos uno que fuera mi compañero, al cual iba a llevar a sus partidos de fútbol y que me iba a acompañar al estadio y al frente de mi televisor mientras yo devoraba miles de partidos. Lo que es cierto es que cuando recibí la noticia del sexo de cada una de mis hijas siempre se me dibujó una sonrisa en la cara. Al final me ha tocado ballet, marinera y estoy seguro que alguna deportista iré a apoyar en algún momento y en una de esas alguna de ellas será la compañera futbolística que imaginé. En lo que si estoy empecinado es en criar mujeres fuertes. En un mundo donde los hombres lamentablemente dominamos la escena y donde hay mucho abuso físico y psicológico hacia las mujeres es crucial que ellas sepan cual es su lugar y como luchar por lo que les corresponde, además de poder defenderse porque Papá lamentablemente no va a estar ahi toda la vida. Por eso, más que mis princesas son mis campeonas e insisto con ellas que no hay nada que los hombres hagan que ellas no puedan lograr también. Eso sí, cuando vienen las tres corriendo a darme besos y abrazos en la puerta al llegar a mi casa agradezco que las tres sean mujeres, aunque después no entienda bien sus discusiones.
Etapas distintas
Por circunstancias de la vida hoy tengo tres hijas en etapas completamente diferentes. Cada una necesita, por lo tanto, espacios y atención distintas. Cada una de las vivencias es realmente genial y fascinante. Tengo que decir que las tres me encantan y poder vivirlas al mismo tiempo me llena de energía y felicidad aunque requiere de un alto grado de paciencia.
Antonia (1) no solo camina, sino corre cada vez más rápido, cada vez con mayor seguridad y alegría descubriendo su nueva independencia y lo que puede lograr con ello. Desde el verano ha aprendido a hablar y si al comienzo eran palabras sueltas hoy logra decir tres palabras juntas y bien conjugadas, lo cual me parece una proceso maravilloso de observar. Ivana (6) mientras tanto está aprendiendo a leer y escribir, reconociendo en este nuevo código las posibilidades de aprender para alimentar su inmensa curiosidad intelectual. Ya ha iniciado incluso un blog para cuidar el planeta y eso nos ha dado una actividad para compartir tiempo y aficiones comunes que alimentan nuestra relación. Alejandra (13) está aprendiendo acerca de de las relaciones humanas y lo que significa ser adulto, además de temas académicos cada vez más complejos. Tiene un aire creativo que ocasiona que aprenda mucho produciendo presentaciones y descubriendo las cosas por si misma, que leyendo el libro de texto. A ella le encanta contarme sobre sus temas, sus conversaciones y las complejas relaciones adolescentes que suceden en el colegio.
Acompañarlas en ese proceso de aprendizaje y crecimiento es fascinante. No creo que uno tenga la capacidad de enseñar mucho, pero si de guiar el aprendizaje, acompañar cuando surgen dudas y sobre todo ayudar con instrumentos para que ellas puedan ir encontrando las respuestas solas. No hay nada más emocionante que ver a una niña o joven asombrarse y alegrarse cuando se da cuenta que ha aprendido algo nuevo y cuando puede hacer cosas por si misma. Esa es la mayor de las recompensas, esa y los besos y abrazos, por supuesto.
jueves, 12 de marzo de 2015
Yo cambié, el Perú también puede cambiar.
Hasta ahora he opinado a través de fotos de otros, opiniones de otros, artículos de otros, pero nunca había explicado porque estoy a favor de la Unión Civil e incluso del matrimonio entre personas del mismo sexo y en contra de cualquier tipo de discriminación contra los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales o contra cualquier ser humano para empezar. Pero había ciertas cosas que tenía que sacarme del pecho y aprovecho esta circunstancia para hacerlo. Para llegar a esta posición he pasado por un proceso largo y diría que hasta radical a lo largo de mi vida. No siempre tuve esta opinión, ni siquiera este sentimiento. Si bien mis padres siempre fueron personas tolerantes, la verdad que lo normal en esas épocas era ser homofóbico y el término maricón o machona era utilizado sin ningún remordimiento.
Soy culpable de hacer bullying contra niños y jóvenes amanerados en el colegio, algunos de los cuáles valientemente salieron del closet hace mucho tiempo, otros que aún no lo hacen y otros que probablemente ni siquiera son homosexuales. Crecí en esa sociedad machista y cerrada que no hubiera aceptado jamás lo que hoy se está planteando. Tengo que reconocer además que mi Yo de 20 años era bastante más conservador y menos tolerante que mi Yo de hoy y que si me planteaban el tema de la unión civil en ese momento mi respuesta hubiera sido radicalmente en contra. Tengo que confesar que ofendí y herí a personas y no me siento orgulloso de ello.
¿Qué me pasó en el camino? En primer lugar, creo que en mis últimos años de colegio y en la universidad empecé a conocer gente con ánimos más liberales que yo, empecé a discutir y aprender de ellos y de algunos profesores el estar abiertos a otras opiniones y otros puntos de vista. No cambié de la noche a la mañana, pero por lo menos mi mente empezaba a abrirse. La primera vez que conocí directamente los reclamos de grupos homsexuales y sus derechos fue cuando al llegar a la maestría vi con asombro que así como había el Club de Europeos, el Club Latinoamericano, el Club de Fútbol, el Club de Afroamericanos, el Club de Malabaristas había el Club de Gays en el cual estos se juntaban y asociaban como cualquier otro grupo racial o de interés. Por primera vez miraba como había un grupo que se reconocía abiertamente homosexual sin vergüenza y sin esconderlo, lo cual empezó a generar por lo menos una curiosidad acerca de una realidad que yo había despreciado hasta ese momento, aunque tengo que reconocer que también habían rezagos de burla de algunos de los estudiantes heterosexuales. Pero no fue hasta que conocí a Ken, en uno de los proyectos de consultoría que hice en México una vez que me gradué de la maestría. El era un consultor unos años mayores que el promedio del grupo, muy capaz en su área y abiertamente homosexual. No lo escondía para nada y hasta hacía comentarios acerca de lo guapo que eran algunos hombres. Llevaba un aro de matrimonio y tenía fotos de su esposo. No se había casado en forma legal porque en esa época el matrimonio homosexual no era reconocido ni en Estados Unidos, pero lo habían hecho de forma simbólica rodeado de amigos. Eso para mi fue uno de los momentos que más me abrió los ojos. Me quitó muchos de los prejuicios y estigmas que tenía en mi mente. A partir de ese momento y con la experiencia de vivir seis años en el extranjero me di cuenta de muchas cosas, aprendí leí y acepté.
En ese proceso, el primer momento fue de tolerancia y aceptación. Luego de eso ya vino el convencimiento de principio que eso es normal, que he estado equivocado y que la lucha por los derechos que tienen las personas homosexuales en el mundo es justa y debe ser apoyada. Creo que el momento más definitorio que tuve fue cuando me encontré con una persona muy cercana y muy querida para mi (no lo puedo identificar porque no tengo su permiso), al cual no había visto desde que había reconocido su homosexualidad. No solo me encontré con esa persona, sino que también preguntó si podía llevar a su pareja. Preguntó porque tenía esta imagen machista/no tolerante mía. Eso me removió tremendamente, porque yo quiero con toda mi alma a esa persona independientemente de como vive esa parte de su vida. Al final nos encontramos los tres y el abrazo que recibí fue intenso y de mucho agradecimiento y sentí que se le estaba quitando un peso de encima. Un peso que yo y personas como yo le estábamos imponiendo. Fue en ese momento que confirmé decididamente que yo no tenía ningún derecho a decirle a nadie como llevar su vida, ni de restringirles sus derechos. No más pesos para nadie.
Ayer el Congreso y gran parte de la ciudadanía peruana le ha negado la Unión Civil y todo lo que eso implica a la comunidad LGTB. NO TIENEN NINGÚN DERECHO A HACERLO. Como yo no tenía el derecho de hacerlo con nadie tampoco. Yo cambié, como estoy seguro cambiaron muchos de mi generación, algunos más que otros. Estoy seguro que las generaciones futuras serán mucho más abiertas, pero mientras tanto, creo que si hay que luchar para que esto suceda lo antes posible. Para que la sociedad vaya cambiando profundamente, para transmitirle a los políticos que esos derechos no se negocian, para pertenecer a una sociedad mucho más humana. Yo cambié, el Perú debe y tiene que cambiar, YA.
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